Hace poco fui a ver la vida secreta de Walter Mitty. Desde que vi el trailer tenía muchas ganas de verla. El trailer lo vi en el cine, justo antes de ver Blue Jasmine, de Woody Allen. No podría decir si me gustó o no la película de Woody, porque apenas le presté atención. El trailer me dejó muy tocado, pensando durante toda la película en él.

Supongo que no es una película que suela causar ese efecto. Me refiero a Walter Mitty. Se trata de una sencilla película de aventuras. Algunos críticos la comparan con Forrest Gump, aunque no sé si puedo concederle ese honor. Sí que es inspiradora, dinámica y divertida; con una fotografía brillante. Pero muy básica, en el fondo. Quizá por eso me tocó tanto. Porque me vi completamente reflejado: Walter Mitty era yo hasta hace unos años. No muchos, no más de dos.

Pero no era la parte que se atreve a correr aventuras, sino el Walter soñador, insatisfecho, asustado.

Si no sabes de qué va la película, te recomiendo que veas ahora el trailer:

Ese era yo. Aunque mucho más asustado. Terriblemente asustado y dominado por la ansiedad social (o fobia social). Pasando mis días y mis horas muertas, desde pequeño, soñando. A veces con fantasías tan increíbles como las de Walter. A veces incluso más increíbles. Pero, a menudo, con cosas muy sencillas, cosas que están al alcance de casi cualquiera. Eso sí, al final acababa dándole mi toque de fantasía. Como si todo tuviera que ser más grande, más espectacular. Es el peligro de fantasear demasiado.

 

Llevo encima las heridas de todas las batallas que he evitado.
Fernando Pessoa

 

Yo estaba lleno de cicatrices de esas batallas evitadas. Sin embargo…

 

¿Cuándo comenzarás tu camino?

Un día decidí dejar de fantasear y comenzar a vivir. Entonces me di cuenta, como Walter en la película, que la realidad es mucho más áspera que esas fantasías.

Me di cuenta de que los sueños no se consiguen de un día para otro. Hay que andar todos los pasos hasta alcanzarlos. La realidad es un largo camino, en el que unas veces puedes correr alegremente, y más a menudo caminas despacio y te tropiezas. Pero joder, qué buena es la realidad. Qué gratificante es tomar ese camino, tu camino. Miras atrás, y te das cuenta de que la realidad ha superado con creces a esas fantasías.

Llegan los obstáculos. Te tropiezas. Caes. Pero te da igual. Porque sabes que saldrás adelante. Sabes que tienes el poder dentro de ti para hacer que suceda, para levantarte y seguir caminando. Aunque pases un rato en el suelo. Te tomas el tiempo necesario para recuperarte y continúas. A veces metes el pie en un charco, y tienes que parar a secarte. No pasa nada, no tienes prisa. La prisa es un obstáculo más. La prisa no te permite disfrutar del camino. Con prisa solo piensas en el final, te agobias. Pero el final del camino carece de importancia si disfrutas del paisaje.

Walter Mitty tomando el camino menos transitado de Robert Frost

 

 

Dos caminos divergían en un bosque, y yo
Yo tomé el menos transitado,
Y eso ha hecho toda la diferencia.
Robert Frost

 

Ese camino siempre es el menos transitado. Porque es tu camino. Y, en el fondo, es el que tú quieres que sea. Tus elecciones de hoy determinarán tu mañana. Pero tu elección de hoy puede ser continuar ahí, sentado/a al borde del camino. Esperando a tener la fuerza suficiente para ponerte a andar. Aunque te recomiendo que decidas, ahora, cuándo habrás esperado bastante. ¿Cuándo vas a dejar de esperar? ¿Cuándo sabrás que debes ponerte a andar? ¿Qué necesitas para tener esa fuerza? ¿Qué vas a hacer para llegar hasta ese punto?

Plantéate el inicio del camino como tu objetivo. No pienses en el camino ni en el final, solo en su comienzo. Eso hice yo. Me centré en adquirir la fuerza necesaria para ponerme a andar. Ese fue mi objetivo: superar la ansiedad social. Tardé más tiempo del necesario en alcanzarlo, porque no tenía las herramientas adecuadas para definir ese objetivo. Por eso escribo aquí, para compartir todo lo que he aprendido en ese viaje: sobre superar el miedo, la procrastinación, las dudas, la insatisfacción.

 

¿De qué te protege tu miedo?

El miedo no desaparece. Nunca. Así que acostúmbrate a él. Acarícialo, hazlo tu compañero de viaje. Agradécele que esté ahí para protegerte y aprende de él. Pregúntate para qué está ahí ese miedo. ¿Qué hace por ti? Seguro que hace algo bueno, búscalo. Cuando encuentres eso que hace por ti, eso de lo que te protege, encontrarás la forma de liberarte. Encontrarás nuevas formas de protegerte, diferentes a dejarte dominar por ese miedo.

Y tras ese miedo vendrá otro. O quizá vuelva el mismo miedo. Una y otra vez. A veces avanzarás a través del miedo con paso firme y a veces necesitarás hacer un alto en el camino. No pasa nada. Sé consciente de él y pregúntate para qué está ahí ese miedo. Una vez que lo sepas, no habrá miedo que valga. Solo paciencia, pasos que dar, recorrer el camino a tu ritmo.

Esto no termina. No quiero que pienses que yo siempre actúo a pesar del miedo. No es así. Pero hoy soy una persona que hace unos años ni siquiera soñaba con ser. Y sé que cada día seguiré creciendo. Porque ya no fantaseo: he convertido reconocer mis miedos y actuar en un hábito.

 

El hábito de actuar a pesar del miedo

 

El miedo llamó a la puerta, la confianza la abrió y detrás no había nadie
Proverbio chino

 

Vencer un miedo te da confianza. Cuanto mayor sea ese miedo vencido, más confianza te dará. Aunque posiblemente más tiempo y dedicación necesite. Comienza poco a poco, ve ganando confianza. Ve de menos a más, cómete el elefante a filetitos. Pero no dejes que vuelva. El miedo es un hábito. Si actúas a pesar del miedo pero no vuelves a actuar, el miedo volverá. Esa confianza se esfumará…

Así que si actúas a pesar del miedo, sigue actuando. Conviértelo en un hábito. No dejes que vuelva. Y, si vuelve, sigue actuando.

¿Cuál es tu mayor miedo? ¿Para qué está ahí? ¿Qué primeros pasos, por pequeños que sean, puedes dar para actuar a pesar de él? ¿Cómo sabrás que ya has esperado bastante?

 

© Imágenes: 20th Century Fox