Esperar a que algo termine bien no es más que posponer la felicidad.
En occidente concebimos la felicidad como algo que se busca, como algo que siempre está un poco más allá. Mañana seré feliz. Cuando tenga/haga/sea [inserta aquí un deseo], seré feliz.
Confundimos la felicidad con la alegría, la euforia. Y la felicidad no es más que un sentimiento de paz interior.
Ese sentimiento se desarrolla a cada momento. Está presente aquí, y ahora, si nosotros queremos. Cómo vivimos nuestra vida es el resultado de cómo vivimos cada uno de nuestros días. Y el resultado de cada día es la suma de sus momentos. A cada momento tenemos la elección de decidir cómo actuar, cómo reaccionar frente a lo que nos ocurre.
Por tanto, la vida ocurre para nosotros, y el universo entero contiene la respiración mientras espera a que tomes una decisión. Después, todo continúa.