Llevo varios días emocionado por los proyectos que tengo en mente a corto plazo. Estoy trabajando en el nuevo diseño para esta web, en unos audios de autohipnosis, un curso online… y en estos días tengo una motivación realmente alta.

Demasiado alta.

¿Demasiado? ¡Pero si la motivación es buena! ¡Cuanto más tengas de cosas buenas, mejor! Sí, vale, está claro que la motivación es algo bueno. Pero el problema viene cuando esa motivación por un tema concreto te domina en vez de dominarla tú a ella. Cuando, por ejemplo, dejas de cumplir tus horarios o de hacer otras cosas que te gustan y sabes que te sientan bien… cuando no estás presente en nada de lo que haces fuera de ese tema, porque solo piensas en ello. Al borde de la obsesión, vamos.

En mayor o menor medida creo que a todos nos pasa en algún momento. Puede ser con un hobbie, una persona, un trabajo… Creo que pasa mucho cuando trabajas por tu cuenta, sea como freelance, autónomo, empresario… Cuando tu trabajo es realmente tuyo, tiendes a no desconectar y estar en modo trabajo continuamente. Y si encima tu trabajo está relacionado con el desarrollo personal, ¡ya el reto de desconectar es aún mayor!

Yo, desde el jueves, en el que me planteé el nuevo diseño de esta web, no he pensado prácticamente en otra cosa. Gran parte del fin de semana lo he pasado deseando que llegara el lunes para empezar a trabajar en ello. He tenido que hacer grandes esfuerzos para estar presente…¡Pero afortunadamente lo he conseguido! He compartido el fin de semana con mucha gente a la que verdaderamente aprecio y habría sido una pena que no fuera así. Pero he tenido que poner mucho de mi parte.

Así que esta mañana me he levantado con unas ganas tremendas de ponerme con ello. Sin embargo, después de meditar me he dado cuenta de que me sería muy beneficioso regular esa motivación. Quería hacerla constante a lo largo del tiempo, pero sin permitir que me arrastre y acabe descuidando otros aspectos de mi vida; sea descanso, comida, ejercicio o relaciones, por poner algún ejemplo. Durante la meditación fui verdaderamente consciente de cual es mi verdadero proyecto: tener paz interior. No se trata de tener una web super chula en un tiempo récord; sino de estar bien conmigo mismo, sereno, equilibrado, coherente.

Así que gracias a la meditación de por la mañana he vuelto a conectar con mi verdadero propósito. Y, ante eso, puedo permitirme tardar un poco más en hacer la web (que por otra parte está suficientemente bien como está, a juzgar por los comentarios recibidos). Puedo permitirme fluir y disfrutarlo. Y probablemente descansar mejor al terminar el día, como decía Leonardo Da Vinci en esta cita.

Me ha ayudado mucho el hecho de cambiar mi percepción del tiempo relacionado con esa tarea. En cuanto le he puesto una fecha (antes del 7 de enero) todo se ha relajado. Ya no tengo que hacerlo todo en dos días, o incluso empezar y no saber cuándo acabar. Ahora tengo un tiempo razonable de entrega, tras el cual sé que podré darlo por terminado. Por si no lo sabías, ponerle fecha a un objetivo es básico. Yo a veces lo olvido, por lo que no está mal recordarlo:

Ponerle fecha a un objetivo es básico.

Al tener una fecha concreta te permite pensar en los pasos que tienes que dar y cuándo tienes que darlos para llegar a ella. Te compromete. Y además, una cosa importante que no se suele valorar: una vez pasada esa fecha, te permite darlo por terminado y celebrar tu éxito (o aprender de un resultado no deseado). Tan importante como alcanzar un objetivo es… ¡celebrarlo!

Pero ese es otro tema del que hablaré más adelante… de hecho, ¡voy a ponerle fecha ahora mismo! :D