La cultura es una serie de creencias compartidas, y un marco sobre el que juzgar lo que es bueno, malo, bonito o feo. La cultura es algo que nos diferencia, que nos hace únicos y a la vez parte de algo.

Pero, la cultura, ¿no es en el fondo una forma de separación? Una forma de decir «yo soy mejor que tú» o, como mínimo, «yo soy diferente a ti«. Y me pregunto entonces si eso es realmente bueno.

La globalización y el poder de Internet están acabando con esas diferencias. Está acabando con las culturas separadas, llevándonos cada vez más a una cultura global, compartida. Donde antes había separación, ahora hay acercamiento. Cada vez estamos más interconectados. Y eso nos lleva a que nuestra forma de ver el mundo sea cada vez más homogénea con las personas en otra parte del mundo.

Poco a poco, esas diferencias culturales, esas particularidades que suelen considerarse parte de algo auténtico, están pasando a la historia. El futuro parece una cultura global. Algunos se levantan contra ello. No sin parte de razón. La diversidad no sólo le da sal a la vida, también favorece la vida misma. Si todos funcionamos de la misma forma, a todos nos afectan los mismos problemas. Y si aparece un problema lo suficientemente grande para afectarnos a todos… Habrá poco que hacer.

Sin embargo, hay una ventaja en esa puesta en común de culturas que creo que se puede observar desde hace tiempo. Y no me refiero al comercio global (con sus más y sus menos), sino a algo que nos cuesta percibir por culpa de la influencia de los medios. El mundo es cada vez menos violento.

Sí, has leído bien. Si eres de los que piensa que el mundo es cada vez un lugar más peligroso, deberías informarte mejor. Pero no a través de los mismos medios que día tras día saturan tus ojos con imágenes violentas, asesinatos, guerras, e injusticias. Busca estadísticas reales. Busca información, no basura. Las noticias que aparecen en los medios son noticia precisamente porque se salen de lo habitual. Si te acostumbras a verlas, corres el riesgo de pensar que eso es todo lo que hay. Centras tu atención en una pequeña parte de una imagen global más amplia, y mucho más positiva. No digo que no exista esa violencia; sencillamente está menos extendida de lo que pensamos.

Como iba diciendo antes de este breve inciso: el mundo es cada vez menos violento. Y creo que una gran parte de esa tranquilidad en la que habitualmente vivimos se debe a esa globalización a la que algunos le otorgan el poder contrario. No niego que tenga una parte negativa, pero creo que aún nos estamos acostumbrando a vivir en una comunidad global, y esa adaptación no es fácil. Por ahora, nos separan economías, monedas, políticas sociales, controles aeroportuarios y, sobre todo, idiomas. La mayoría de estas cosas se van unificando, y el más fuerte remanente de la cultura propia es, evidentemente, el idioma. Nuestro idioma configura nuestra forma de observar el mundo. Aporta diversidad, y por eso aprender otros idiomas abre tu forma de pensar. De repente, tienes nuevas palabras con las que definir conceptos de forma mucho más precisa que con tu idioma original. Creo que es la única forma de comprender de verdad a otra cultura, y la mejor para expandir tu percepción del mundo.

Los idiomas son, entonces, una protección para esa pérdida de cultura a través de la globalización. Pero también una forma más de separación entre habitantes de la comunidad global.

A veces incorporamos palabras de otros idiomas a nuestro vocabulario; suele ser porque esos idiomas han definido un concepto que nosotros aún no, o lo han hecho mejor. Pero ese trasvase de nuevas palabras tiene un claro dominante a día de hoy: el inglés. Y es que ese viaje a una cultura más homogénea se está haciendo principalmente desde una parte muy concreta del mundo. No es nada nuevo: las películas y series de Hollywood han hecho tan accesible la cultura norteamericana que, habiendo crecido con ellas, puede ser difícil diferenciar lo que es suyo de lo que es propio.

Por tanto, el problema de una cultura global y homogénea no creo que esté tanto en esa pérdida de diversidad (que también), como en que la mayoría de sus aportaciones sean unilaterales. Una cultura global puede acercarnos los unos a los otros; pero, ¿no sería mejor mantener esa diversidad, mientras reconocemos el valor de las culturas ajenas y su parte de verdad, a través de un respeto por formas de pensar y actuar radicalmente diferentes a las nuestras? Porque, en el fondo, todos estamos equivocados. Todos cambiamos de forma de pensar con los años, o a la vista de nuevos conocimientos y experiencias. ¿Cómo asegurar que lo que creemos hoy como cierto lo seguirá siendo mañana? Si tú puedes, enhorabuena: eres una roca.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.