Personalmente, pienso que cada uno se envenene como quiera. Pero que las consecuencias no las paguen los demás. Por ejemplo, no me parece justo que yo pague lo mismo a la Seguridad Social que alguien que toma veneno a diario. ¿No crees?

Pero, espera… A lo mejor ese alguien podrías ser tú.

En nuestra vida cotidiana hay presentes más venenos a los que somos adictos, de los que pensamos.

El primero, es el azúcar. Está por todas partes. Desde los potitos de los niños, los cereales del desayuno, los zumos recién exprimidos,… Al pan del mediodía, los refrescos, el tomate frito, toda la comida preparada… Por supuesto, y como no es suficiente, el café con dos terrones, por favor. El azúcar no solo es la causa principal de gran parte de las enfermedades de la modernidad, sino que en concentraciones más allá de las recomendadas es tóxico. Una industria que mueve miles de millones de dólares, y a la que le conviene convertirte en adicto. ¿Crees que no lo eres? Si de verdad es así, enhorabuena. Pero te animo a que contrastes tus creencias con la realidad. Si no lo haces por ti, hazlo por tus hijos. Aquí tienes un artículo muy recomendable al respecto, para informarte más.

El segundo, los cereales. Doblemente perjudiciales, ya que contienen altas dosis de azúcar junto a otro veneno igual de adictivo: el gluten. Un veneno que debilita tu intestino (recuerda, es tu segundo cerebro y donde reside la mayor parte de tu sistema inmunológico) y lo deja indefenso contra agresiones externas. Cuando hablo de cereales no me refiero a los Kellogs (que también), sino a las plantas de esa categoría: trigo, avena, etc. También el maíz, sin gluten pero con altas dosis de azúcar. Ahora entiendes por qué se utiliza tanto en la industria alimentaria. Para saber más, hay mucho donde leer. Tiene muy buena pinta el libro Sin trigo, gracias (William Davis).

La tercera adicción, y quizá la peor de todas, es a nuestras emociones. Sí, como lo lees. Cada emoción genera en nosotros un torrente químico al que nuestras células se adaptan, necesitando cada vez más dosis de esa química. La mente tiene un papel vital en cualquier curación. Y también en la aparición de muchas enfermedades. De nuevo, si crees que esto no te afecta, te animo a que, al menos, lo pongas en duda. El simple hecho de observar tus emociones durante un tiempo, y ver cual predomina puede enseñarte más de ti que cualquier otra cosa. Hay un documental impresionante en el que se habla sobre todo esto: ¿Y tú qué sabes? Puede resultar algo difícil de seguir al principio, pero dale una oportunidad. Es fascinante y puede cambiarte muchos paradigmas. Si te apetece seguir explorando, te recomiendo continuar con Usted puede sanar su vida y El cambio. Son, sin duda, tres documentales que hicieron mi vida mejor. Cada uno puede tocarte de forma diferente, así que te recomiendo verlos todos. (Para que los puedas tener todos en un sitio, los he incrustado al final de este post.)

Hay muchas más adicciones que nos pasan desapercibidas, sin duda. Por ejemplo, con el desarrollo de la tecnología móvil, vivimos enganchados a una pantalla. Pero estas tres me parecen realmente importantes, porque las consideramos como algo normal, e incluso deseable. Nos han vendido que necesitamos el azúcar y los cereales. Y, sobre todo, nos dejamos llevar por nuestras emociones dominantes. Incluso somos arrastrados por las de los demás. Les disculpamos, forma parte de «su carácter«.

Al menos, ser consciente, te permite poner freno. O seguir asumiendo las consecuencias. Pero si no lo haces por ti, hazlo por los demás.

 

DOCUMENTALES

Aquí tienes recopilados los tres documentales que menciono, acerca de las emociones. En otro momento buscaré algunos sobre el azúcar y los cereales, pero me parece más importante este punto.

¿Y tú qué sabes?

Nota: también existe libro de la película.

Usted puede sanar su vida, de Louis Hay

Nota: el documental está basado en el clásico del mismo nombre. Imprescindible.

El cambio, de Wayne Dyer

Nota: a ver si adivinas… Venga, que sí, también está basado en un libro :)

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