Alcanzar tus metas es como una buena partida de ajedrez. Tienes un plan, tu estrategia de juego. Y comienzas a realizar movimientos en base a esa estrategia. Pero esos movimientos tienen ciertas repercusiones: son los movimientos de tu adversario. A veces sus movimientos te obligan a cambiar tu enfoque de juego.

Un buen estratega nunca cambia de estrategia a mitad de la partida. Lo que cambian son sus tácticas. Un buen táctico ha anticipado los movimientos del contrario, los reveses que sufrirá. Un buen táctico tiene un plan de actuación acorde a la estrategia elegida.

Hay momentos para ser estratega, y momentos para ser táctico.

La diferencia entre estrategia y táctica

 

 La lucha general es la estratégica y la lucha particularizada es la lucha táctica.

Juan Domingo Perón

 

Antes de continuar voy a hacer una breve distinción entre estrategia y táctica, ya que a menudo no se distingue entre ellas.

La estrategia trata del objetivo que queremos alcanzar; el fin último. Define los pasos a dar y las decisiones a tomar a grandes rasgos, de forma muy general.

La táctica, sin embargo, es el medio para conseguir tal fin. Se trata de acciones concretas y de recursos que se utilizan para lograr ese objetivo. Siempre están enmarcadas dentro de una estrategia determinada.

La estrategia es al pensamiento lo que la táctica el movimiento. La estrategia es aquello que se quiere lograr; la táctica es la forma de lograrlo. La estrategia es el qué y la táctica el cómo.

Así pues, no debe existir una sin la otra. Una táctica que no se enmarca dentro de una estrategia nos llevaría a dar palos de ciego. Y una estrategia que no está acompañada de tácticas sería irrealizable, ya que en la táctica reside la acción.

Ahora ya conoces la diferencia. Ahora ya sabes qué hace falta cuando…

Una buena estrategia no es suficiente

Una estrategia, por tanto, es el plan general para conseguir tus objetivos. Y espero que ya tengas uno. Pero hace falta algo más: necesitas pensar de forma táctica.

Un gran plan no sirve de nada si no se pone en práctica. Y ahí es donde entra la táctica. La táctica no solo te ayudará a ejecutar los pasos de tu estrategia. Te ayudará también a mantenerte dentro de ese plan cuando se presentes obstáculos. Incluso aquellos que parezcan insalvables. ¿Y cómo puedes hacer eso?

La respuesta es sencilla: anticipa tus obstáculos. Anticipa tu fracaso. Anticiparte a los obstáculos que se te pueden presentar es la mejor forma de actuar ante ellos.

Lo que no es tan sencillo, por no decir imposible, es prever todos los obstáculos que se presentarán, sobre todo los externos. Es decir, los que no dependen de ti sino de las circunstancias o de otras personas. Sin embargo, sí es posible identificar de antemano la mayoría de obstáculos internos que tendrás ante una determinada acción. Son tus resistencias internas, tus creencias, miedos, recursos.

Te pongo un ejemplo.

Imagina que una acción clave dentro de tu plan es vender un determinado servicio. Pero no eres vendedor/a. Nunca lo has hecho. Parece fácil… sabes que antes tendrás que aprender algunas habilidades de venta, eso ya lo has contemplado. Hasta ahí bien… ¿pero qué hay de tu mentalidad? ¿Cuáles son las creencias internas que tienes sobre la venta? ¿Tienes el miedo al rechazo? Quizá no sea tan fácil como parecía, y comiences a procrastinar y que el momento de salir ahí fuera a vender no llegue nunca. Quizá creas que necesitas más formación antes de estar preparado/a. Pero no se trata de eso. El obstáculo es tu mentalidad, y eso no lo habías contemplado.

¿Ves por dónde voy? Identificar estas resistencias de antemano puede ser muy útil. Sigue leyendo…

Los principales beneficios de anticipar tus obstáculos

Identificar de antemano ese tipo de obstáculos es algo que para mí ha supuesto incrementar mi productividad de forma asombrosa. Pero, sobre todo, me ha ayudado a realizar acciones que de otra forma me hubiera costado mucho llevar a cabo. Mucho esfuerzo y mucho tiempo.

Una vez que has identificado los principales obstáculos, sabrás cómo actuar cuando se presenten: ¿me lanzaré a pesar del miedo? ¿practicaré antes en un entorno seguro? ¿listaré todas las alternativas y las pondré a prueba? ¿contrataré un coach? Sea cual sea la táctica que adoptes, defínela de antemano. Tendrás una línea de actuación que te ayudará a mantenerte dentro de tu plan y no abandonarlo en ningún momento.

Te ahorrará mucho tiempo, ya que te mantendrás siempre en el camino hacia tu objetivo y estarás preparado/a de antemano para actuar. Tan solo te llevará unos minutos pensar en ello cuando lo estás planeando. Sin embargo, te puede retrasar indefinidamente si no lo habías previsto. Sobre todo porque una vez con las manos en la masa resulta más difícil tomar distancia que cuando solo estás imaginando. Y la distancia a veces es esencial para darte cuenta de qué está pasando.

Te aportará confianza. Porque sabrás que cuando una de esas resistencias haga acto de presencia, vas a poder lidiar con ella. Sabiendo esto, es posible que incluso esa resistencia se desvanezca. Porque cuando tomas conciencia de tus resistencias, con el tiempo tienden a disiparse.

Lógicamente en algún momento se presentarán obstáculos que no habías previsto. Pero tener esa lista hará que sea más fácil lidiar con los imprevistos. Ya tendrás práctica en resolver problemas: tu mente estará más preparada.

Los obstáculos más comunes

Los principales obstáculos que se interponen en nuestro camino de cumplir nuestras metas están en nuestra mente. Son nuestros miedos, creencias y valores. A veces son pequeñeces que no contemplamos cuando nos decidimos por fin a perseguir nuestros sueños. No pensamos en nuestra mentalidad ante una determinada acción. No pensamos en los recursos personales necesarios. Pero pueden suponer la diferencia que marca la diferencia.

  • Entre los miedos más comunes están el miedo al rechazo, el miedo al fracaso y el miedo al éxito (que en el fondo es un miedo al fracaso diferido en el tiempo). De ellos deriva a menudo el no querer molestar a otros (por ejemplo, por tener menos tiempo disponible para ellos; a veces por hacer cosas que ellos no se atreven a hacer).
  • Algunas creencias limitantes muy comunes son la de querer hacerlo todo solo, o la exigencia de que todo tiene que ser perfecto, o sino, no se hace. También el pensar que uno no es merecedor de ello. Son creencias que juegan en tu contra, busca las tuyas y trata de cambiarlas.
  • A veces la forma de interpretar nuestros valores principales es la que nos frena. Por ejemplo, ¿tu sentido de libertad hace que tengas resistencia al compromiso? Entonces, difícilmente podrás realizar un servicio de larga duración con un cliente. Antes tendrás que darte cuenta de que el compromiso implica elección, y la elección es libertad. A todo esto… ¿conoces tus valores principales? ¿lo que te mueve en la vida?

¿Cómo encontrar tus obstáculos internos?

Descubre tus propias resistencias. La mejor forma de hacerlo es ante ese magnífico plan que has trazado hacia tu objetivo. Ese plan contiene una buenísima referencia de acciones que vas a llevar a cabo. Probablemente muchas de ellas no las hayas hecho nunca. Es posible que sea porque hasta ahora tenías alguna resistencia para hacerlas. Identifícalas.

Aquí tienes 3 formas para identificar tus obstáculos internos:

  • Mis 50 tengo que. Es un ejercicio que consiste en hacer una lista de… a ver si lo adivinas… 50 tengo que. Vale, bien, ¿pero qué es esto de los tengo que? Muy sencillo: son todas esas tareas, acciones, hábitos, costumbres… que siempre que piensas en ellas lo haces con un tengo que delante. Por ejemplo: tengo que sacar al perro todos los días; tengo que mantener este trabajo aunque no me guste; tengo que ser más constante; tengo que seguir con mi pareja; tengo que…

No pares hasta llegar a tener al menos 50. La razón es simple: un número alto te obligará a dejarte llevar y que salgan cosas que no saldrían de otra forma. Recuerda que algo parecido recomendaba en el ejercicio de los 100 sueños.

Orienta esos tengo que hacia los pasos que vas a seguir para cumplir tu meta y encontrarás muchas de esas resistencias. Cuando tengas la lista, dedica un tiempo a reflexionar sobre cada uno de los tengo que. ¿Qué creencias, miedos o valores hay detrás de ellos? ¿Son elegidos o impuestos? ¿Te acercan o te alejan de tu objetivo?

  • ¿Te has planteado los beneficios de sabotear tu proyecto? Puede parecer absurdo, pero en ocasiones nos saboteamos a nosotros mismos para no conseguir nuestros objetivos. Puede ser por miedo a exponerte; miedo a quedar en ridículo si no lo consigues; la creencia de que dejarás atrás algunas cosas de tu vida actual… la lista puede ser muy larga. ¿Hay algo que si tu proyecto sale adelante se verá afectado? Quizá solo sea miedo, o quizá tengas una idea equivocada de lo que pasará. Pero quizá tu objetivo no está bien planteado porque no es ecológico. Si estás saboteando tu proyecto de forma inconsciente, hacer un listado de las cosas que  ganarás (o no perderás) si no llevas a cabo tu proyecto puede suponer un punto de inflexión en tu meta, y en tu vida.

 

Tómese el tiempo para deliberar, pero cuando llegue el momento de la acción, deje de pensar y actúe. 
Napoleón Bonaparte

 

Ahora, coge papel y boli, y dedica un buen rato a identificar esos obstáculos. Puedes utilizar cualquiera de las formas propuestas. Si se te ocurre una mejor de hacerlo, hazlo. Y de paso, compártela en los comentarios.

Ninguna buena estrategia llega a buen puerto sin tácticas bien definidas. Anticipa de qué forma fracasarás y podrás mantenerte a flote. ¿Cuáles son las principales resistencias en las que has pensado, y cómo vas a salvarlas? Por favor, deja tus impresiones en los comentarios, ya que pueden ser valiosas para otras personas.

© Foto: Ben Heys, 2006